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ANTONIO HENRIQUE AMARAL: PELO AVESSO

[VERSÃO EM PORTUGUÊS ABAIXO]

Por Raphael Fonseca y Pollyana Quintella | Curadores

Múltiple y polifónico, Antonio Henrique Amaral (São Paulo, 1935-2015) se propuso construir una obra que resistiera interpretaciones unívocas. Sus más de seis décadas de producción nos han legado un recorrido polifacético que ha sido objeto de recientes revisiones a través de ensayos y exposiciones monográficas que sitúan al artista más allá de sus icónicas y emblemáticas Bananas, realizadas entre 1968 y 1975.

Esta exposición se suma al esfuerzo por establecer una aproximación menos habitual a la producción del artista, contextualizando obras cuya centralidad es el cuerpo y su amplia variedad negociaciones. De los años cincuenta y sesenta, vemos dibujos y grabados -fundamentales en la formación de Amaral- que presentan figuras antropomórficas deformadas y transfiguradas, tensionando los parámetros de representación en la búsqueda de gestos más expresivos, fantásticos y delirantes. Sus figuras humanas se presentan cada vez más fundidas, como si estuviesen a punto de desvanecerse ante nuestros ojos.

La metamorfosis entre el cuerpo humano, el animal y aquello que roza lo innombrable y que hemos venido a llamar “monstruoso”, es experimentada de forma constante durante la década de 1950. Mientras que en sus dibujos nos damos cuenta de la importancia de las aplicaciones aisladas del color en su investigación, en sus grabados vemos al artista experimentar con diferentes tamaños y formas de apropiarse de las vetas presentes en las matrices de madera.

Vista de la exposición Pelo Avesso, de Antonio Henrique Amaral, en Casa Triângulo, São Paulo, 2021. Foto: Filipe Berndt. Cortesía: Casa Triângulo
Vista de la exposición Pelo Avesso, de Antonio Henrique Amaral, en Casa Triângulo, São Paulo, 2021. Foto: Filipe Berndt. Cortesía: Casa Triângulo
Vista de la exposición Pelo Avesso, de Antonio Henrique Amaral, en Casa Triângulo, São Paulo, 2021. Foto: Filipe Berndt. Cortesía: Casa Triângulo

En el centro de la sala más grande de Casa Triângulo, colgando del techo, se presentan diferentes series de pinturas realizadas entre las décadas de 1970 y 1990, en las que Amaral pone su mirada en el cuerpo humano, aunque de una manera más icónica. Producida a finales de los años 70, precisamente en 1979, la serie de pinturas Máquinas manifiesta la fusión de máquinas y cuerpos, metales y vísceras, con el fin de cuestionar los límites entre naturaleza y cultura e invitarnos a reconocer el cuerpo permeado por la dimensión tecnológica.

Para que estas máquinas -que curiosamente se asemejan a los aparatos para levantar pesas que se hicieron populares precisamente en la década de 1970- se muevan, dependen del esfuerzo repetitivo impulsado por el cuerpo humano. Es difícil observar esta serie de imágenes y no relacionarlas con los años más duros de la dictadura militar en Brasil. ¿Máquinas de tortura o máquinas de disciplina corporal? ¿Hay alguna forma de separar las dos posibilidades?

Curiosamente, cuando observamos otras pinturas presentes en la exposición y fechadas en los años noventa, la noción de cuerpo propuesta por el artista se presenta de una manera menos hierática y futurista, acercándose a un diálogo con el paisaje, con la historia del arte moderno en Brasil y, nuevamente, con la metamorfosis, pero ahora desde una perspectiva botánica.

Su serie Torsos presenta siluetas alargadas, desprovistas de cualquier identidad y suspendidas en el tiempo y el espacio, mientras que sus pinturas que remiten a bosques parecen citar y crear narrativas a partir de elementos formales encontrados en la producción de Tarsila do Amaral, su prima lejana.

Vista de la exposición Pelo Avesso, de Antonio Henrique Amaral, en Casa Triângulo, São Paulo, 2021. Foto: Filipe Berndt. Cortesía: Casa Triângulo
Vista de la exposición Pelo Avesso, de Antonio Henrique Amaral, en Casa Triângulo, São Paulo, 2021. Foto: Filipe Berndt. Cortesía: Casa Triângulo

En lo que respecta a una serie de dibujos de los años 2000, también presentes en esta sala, es interesante notar cómo las imágenes parecen profundizar sus intereses de los años 90 a través de composiciones que bordean los límites de la abstracción y sugieren fragmentos rotos que recuerdan una miríada de microorganismos, típicos de los ejercicios de zoom in y zoom out tan bien explorados por el artista.

Finalmente, en el segundo espacio de la galería, de techos bajos y de carácter más íntimo, el cuerpo se exhibe en un escenario más explícitamente político a través de una selección de obras de la década de 1960, época del estallido de la dictadura militar en Brasil. A través de imágenes con un aspecto pop y en franco diálogo con la cultura de masas representada por el cómic y el cine, el artista produjo algunas obras icónicas en las que la boca tiene un lugar central. La boca que habla, la boca que grita, la boca que ejecuta -y la mirada del artista que, lejos de las denuncias panfletarias, teje también su comentario sobre el militarismo, la opresión y las llamadas telefónicas responsables de tantas borraduras.

Vista de la exposición Pelo Avesso, de Antonio Henrique Amaral, en Casa Triângulo, São Paulo, 2021. Foto: Filipe Berndt. Cortesía: Casa Triângulo
Vista de la exposición Pelo Avesso, de Antonio Henrique Amaral, en Casa Triângulo, São Paulo, 2021. Foto: Filipe Berndt. Cortesía: Casa Triângulo

Mediante una distribución espacial que se despliega no solo en las paredes de Casa Triângulo, sino también en la ocupación de su espacio monumental, los distintos tiempos e intereses de Antonio Henrique Amaral conversan de manera aireada, pero a la vez obsesiva. Al recorrer el espacio, es nuestro deseo que el público perciba tanto su insistente mirada sobre el cuerpo humano como las maneras en las que experimentó y se reinventó a sí mismo por medio del dibujo, el grabado y la pintura.

Para nosotros es de especial interés que los visitantes puedan contemplar su obra “por el reverso”; su investigación como creador de imágenes se extendió mucho más allá de sus célebres pinturas que sitúan a las bananas como fantasmas de cuerpos torturados. Curiosamente, creemos que muchas de las imágenes aquí reunidas van al encuentro de un interés creciente por la pintura figurativa y su potencial de torsión, como lo están explorando actualmente artistas jóvenes en Brasil y otros países.

Que este efímero encuentro de obras nos permita conocer más al artista, sus diferentes matices y temporalidades y, por supuesto, sobre nuestros propios cuerpos y reversos.

Antonio Henrique Amaral, Pressões, repressões, 1976, óleo sobre tela, 82 x 122 cm. Foto: Everton Ballardin. Cortesía: Casa Triângulo
Vista de la exposición Pelo Avesso, de Antonio Henrique Amaral, en Casa Triângulo, São Paulo, 2021. Foto: Filipe Berndt. Cortesía: Casa Triângulo

ANTONIO HENRIQUE AMARAL: PELO AVESSO

Por Raphael Fonseca e Pollyana Quintella | Curadores

Múltiplo e polifônico, Antonio Henrique Amaral empenhou-se em construir uma obra que resistisse a sentidos unívocos. Suas mais de seis décadas de produção nos legaram um percurso multifacetado que vem sendo matéria de revisões recentes através de ensaios e exposições monográficas que situam o artista para além das suas icônicas e emblemáticas Bananas, realizadas entre 1968 e 1975.

Esta exposição se soma ao esforço de estabelecer um recorte menos usual da produção do artista, interessada em contextualizar trabalhos cuja centralidade é o corpo e suas mais variadas negociações. Ainda nos anos 1950 e 1960, veremos obras em desenho e gravura — fundamentais para a formação de Amaral – que trazem figuras antropomórficas deformadas e transfiguradas, tensionando os parâmetros de representação na busca por gestos mais expressivos, fantásticos e delirantes. Suas figuras humanas se apresentam de forma cada vez mais derretida, como se estivessem a escorrer perante o nosso olhar. A metamorfose entre o corpo humano, o animal e aquilo que beira o inominável e que convencionamos chamar de “monstruoso”, é experimentada de forma constante durante a década de 1950. Se nos desenhos tomamos conhecimento da importância da aplicação pontual da cor em sua pesquisa, na gravura vemos o artista experimentar com diferentes tamanhos e maneiras de se apropriar dos veios das matrizes em madeira.

Ao centro da maior sala da Casa Triângulo, penduradas no teto, apresentamos diferentes séries de pinturas produzidas entre os anos 1970 e 1990, nas quais AHA lança um olhar para o corpo humano, porém de maneira mais icônica. Produzidas no final dos anos 1970, precisamente em 1979, a série de pinturas Máquinas manifesta a fusão de máquinas e corpos, metais e vísceras, de modo a questionar os limites entre natureza e cultura e nos provocar a reconhecer o corpo permeado pela dimensão tecnológica. Para que essas máquinas – que curiosamente se assemelham aos aparelhos de musculação que se popularizam justamente nos anos 1970 – se movimentem, elas dependem do esforço repetitivo impulsionado pelo corpo humano. É difícil observar essa série de imagens e não as relacionar com os anos mais duros da ditadura militar no Brasil. Máquinas de tortura ou máquinas de disciplina do corpo? Há como separar as duas possibilidades?

Curiosamente, quando observamos outras de suas pinturas presentes na exposição e datadas dos anos 1990, a noção de corpo proposta pelo artista se apresenta de forma menos hierática e futurista, aproximando-se de um diálogo com a paisagem, com a história da arte moderna no Brasil e, novamente, com a metamorfose, mas agora por uma perspectiva botânica. Sua série Torsos traz silhuetas alongadas, destituídas de qualquer identidade e suspensas no tempo e espaço, ao passo que suas pinturas que remetem a florestas parecem citar e criar narrativas a partir de elementos formais encontrados na produção de Tarsila do Amaral, sua prima distante. No que diz respeito a uma série de desenhos dos anos 2000 também presentes nesta sala, é interessante notar como as imagens parecem aprofundar seus interesses dos anos 1990 por meio de composições que beiram os limites da abstração e sugerem fragmentos estilhaçados feito microorganismos em profusão, típicos dos exercícios de zoom in e zoom out tão bem explorados pelo artista.

Por fim, no segundo espaço da galeria – com pé direito baixo e caráter mais intimista –, o corpo se exibe em uma chave mais explicitamente política por meio de uma seleção de trabalhos dos anos 1960, período da eclosão da ditadura militar no Brasil. Através de imagens com um aspecto pop e em diálogo franco com a cultura de massas tão bem representada pelas histórias em quadrinhos e o cinema, o artista produziu algumas obras icônicas nas quais as bocas tem lugar central. A boca que fala, a boca que grita, a boca que executa – e o olhar do artista que, longe das denúncias panfletárias, também tece seu comentário sobre o militarismo, a opressão e as ligações telefônicas responsáveis por tantos apagamentos.

Por meio de uma distribuição espacial que se dá não apenas nas paredes da Casa Triângulo, mas também na ocupação de seu espaço monumental, os diferentes tempos e interesses de Antonio Henrique Amaral conversam de forma arejada, mas ao mesmo tempo obsessiva. Ao percorrer o espaço, é de nosso desejo que o público perceba tanto seu insistente olhar para o corpo humano, como também as formas como experimentou e se reinventou por meio do desenho, da gravura e da pintura. Interessa-nos especialmente que os visitantes possam contemplar sua obra “pelo avesso”; sua pesquisa como criador de imagens se estendeu para muito além de suas célebres pinturas que situam as bananas como fantasmagorias de corpos torturados. Curiosamente, acreditamos que muitas das imagens aqui reunidas vão ao encontro de um interesse crescente pela pintura figurativa e seu potencial de torção que vem sendo explorado por artistas jovens atualmente no Brasil e no exterior.

Que essa reunião efêmera de trabalhos seja capaz de nos fazer aprender mais sobre o artista, suas diferentes nuances e temporalidades e, claro, sobre os nossos próprios corpos e avessos.


Pelo Avesso, de Antonio Henrique Amaral, se puede visitar hasta el 13 de noviembre de 2021 en Casa Triângulo, Rua Estados Unidos 1324, São Paulo

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