Un faraón legendario

Keops, la leyenda negra del constructor de la Gran Pirámide

Sobre la vida de Keops han circulado historias que parecen inverosímiles. La obra de su vida fue la Gran Pirámide y consagró gran parte de su reinado a su construcción.

La pirámide de Keops se alza en la llanura de Giza, cerca de El Cairo.

La pirámide de Keops se alza en la llanura de Giza, cerca de El Cairo.

La pirámide de Keops se alza en la llanura de Giza, cerca de El Cairo.

Foto: iStock

Keops, faraón de la dinastía IV (2509 a.C. al 2483 a.C.) del antiguo Egipto, ha pasado a la posteridad principalmente por ser el constructor de una de las siete maravillas del mundo antiguo y la única que aún se conserva: la Gran Pirámide de Giza. A partir de ahí, todo lo que rodea la figura de este legendario gobernante egipcio tiene muy pocas certezas y presenta muchos interrogantes. Y es que la Gran Pirámide ha despertado el interés de viajeros y exploradores a lo largo de la historia. Sobre todo de los modernos egiptólogos. Como los que forman parte del proyecto Scan Pyramids, que afirman que existe una cámara oculta en la Gran Pirámide (una cámara que, tal vez, podría contener la momia de Keops).

Pero a pesar de que lo poco que sabemos sobre este faraón, excepto que ordenó construir la pirámide más grande de Egipto, sí se han dicho sobre él cosas como que fue un tirano que obligó a un ejército de esclavos a erigir su tumba, y, otro acto sumamente infame, que llegó a prostituir a su propia hija para poder pagar los gastos de construcción. ¿Es eso cierto? En realidad, para la mayoría de historiadores actuales, esa historia es absolutamente falsa y ha contribuido a cimentar la "leyenda negra" en torno al faraón.

La eternidad junto al faraón

Uno de los testimonios más importantes que tenemos sobre el antiguo Egipto y sobre la figura de Keops es el que ofrece el historiador griego Heródoto en su libro IX de Historias. Heródoto, que dijo que Egipto era "un don del Nilo", visitó el país en el siglo VI a.C., y, entre otras muchas cosas, contribuyó a la mala imagen de Keops que ha llegado hasta nosotros.

Lo que sí se sabe es que Keops fue hijo de Esnofru, el primer faraón de la dinastía IV, y de la reina Hetepheres (cuya tumba intacta fue excavada por el arqueólogo estadounidense George Reisner en 1927). Los historiadores especulan con que el reinado de Keops duró alrededor de veintitrés años y fue una época de un gran esplendor cultural, aunque, como hicieran sus predecesores y también sus sucesores, la principal preocupación de Keops fue la de preparar su tumba para la eternidad.

La principal preocupación de Keops, como en el caso de sus predecesores y sucesores, fue la de preparar su tumba para la eternidad.

Busto del historiador griego Heródoto realizado en mármol.

Busto del historiador griego Heródoto realizado en mármol.

Busto del historiador griego Heródoto realizado en mármol.

Foto: Metropolitan Museum of Art

Keops vivió en un Egipto en el que la nobleza empezaba a disponer de grandes áreas de influencia en la corte. Alrededor del rey convivía una élite que deseaba asegurarse una vida cómoda y agradable. Y no solo en la tierra, sino también en el más allá. El rey era, por tanto, el centro de un sistema que se basaba en su poder absoluto, tanto sobre el país como sobre las personas y las cosechas.

Para beneficiarse de la influencia del monarca,los nobles empezaron a construirse tumbas cada vez más lujosas (las conocidas como mastabas) cerca de las sepulturas de sus señores para gozar junto a ellos de una venturosa eternidad. Desde desde Zoser, constructor de la pirámide escalonada de Saqqara, estas tumbas reales empezaban a ser pirámides. De hecho, el padre de Keops, Esnofru, construyó varias pirámides en su búsqueda de la pirámide perfecta.

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La obsesión de Keops

En cuanto a su vida, al parecer Keops se casó hasta en cuatro ocasiones. Dos de sus esposas, Henutsen y Meretites I, fueron hermanas o medio hermanas suyas, con las que  tuvo varios hijos, entre ellos su sucesor Didufri, y el sucesor de este último, Kefrén, el constructor de la segunda pirámide de Giza. Se sabe asimismo que el faraón extendió su dominio al sur del paísy reforzó las defensas en la frontera con Nubia para evitar las amenazas constantes que sufrían las caravanas de comerciantes que viajaban por aquella remota región.

Keops tuvo varios hijos, entre ellos su sucesor Didufri y el sucesor de este, Kefrén, constructor de la segunda pirámide de Giza.

Estatuilla de marfil del faraon Keops expuesta en el Museo Egipcio de El Cairo.

Estatuilla de marfil del faraon Keops expuesta en el Museo Egipcio de El Cairo.

Estatuilla de marfil del faraon Keops expuesta en el Museo Egipcio de El Cairo.

Foto: Olaf Tausch (CC BY 3 0)

En cuanto a la construcción de su tumba, un aspecto crucial de su reinado, Keops ordenó levantar una gigantesca pirámide en la llanura de Giza para ser inhumado en su interior cuando falleciera. La construcción de este edificio monumental fue una autentica obsesión para el faraón, quien organizó varias expediciones con el fin de conseguir los mejores materiales de construcción; también favoreció el comercio con el Líbano para facilitar la importación de materiales exóticos destinados a su viaje final.

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La leyenda negra de Keops

Pero, como se ha apuntado anteriormente, la figura de Keops se ha visto irremediablemente rodeada de una leyenda negra. Y esta empieza, precisamente, a causa de la construcción de su pirámide. Ya hemos visto que según Heródoto (que vivió casi dos mil años más tarde que el rey), la falta de recursos económicos del faraón lo obligó a tomar la infame decisión de prostituir a su propia hija.

"A tal extremo de maldad llegó Keops que, por carecer de dinero, puso a su propia hija en el lupanar con orden de ganar cierta suma, no me dijeron exactamente cuánto. Cumplió la hija la orden de su parte, y aun ella por su cuenta quiso dejar un monumento, y pidió a cada uno de los que la visitaban que le regalara una sola piedra; y decían que con esas piedras se había construido la pirámide que está en medio de las tres", escribió el historiador griego.

Según Heródoto, la falta de recursos económicos de faraón lo obligó a tomar una infame decisión.

Las tres pira´mides de la dinastía IV que se alzan en la llanura de Giza, cerca de El Cairo.

Las tres pira´mides de la dinastía IV que se alzan en la llanura de Giza, cerca de El Cairo.

Las tres pira´mides de la dinastía IV que se alzan en la llanura de Giza, cerca de El Cairo.

Foto: iStock

Los historiadores actuales califican este relato de mítico y apócrifo, de la misma manera que niegan la creencia popular de que para la construcción de la Gran Pirámide, que duró aproximadamente unos veinte años, los egipcios usaran mano de obra esclava. Según diversos estudios, y también recientes descubrimientos arqueológicos como el del poblado y la necrópolis de los obreros que trabajaron en aquella colosal obra de ingeniería, estos fueron hombres libres que alternaban aquella ardua tarea con los trabajos agrícolas.

Pero a pesar de todas las medidas de seguridad que los antiguos arquitectos y constructores implantaron en la Gran Pirámide para proteger al faraón y su presumiblemente lujoso ajuar funerario de posibles saqueos, finalmente el sarcófago de granito del faraón se encontró vacío. El paradero de la momia de uno de los faraones más famosos de la historia de Egipto, con sus luces y sus sombras, se ha convertido en una más de las incógnitas que rodean la vida y la obra de este soberano marcado por el misterio. 

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